Adopción de Merlot

El aviso llegó una mañana: en una nave industrial habían encontrado nueve cachorros recién nacidos, abandonados. Solo tenían una semana de vida, aún lactantes, y la perrera se negó a hacerse cargo. Los trabajadores, conmovidos por la situación, improvisaron una pequeña caseta con agua y comida para protegerlos. Cerca de allí, una perra se acercaba de vez en cuando, observando desde lejos, sin atreverse a aproximarse demasiado. Parecía tan perdida como sus crías.

Iniciamos una pequeña investigación para entender qué estaba ocurriendo. Descubrimos que aquella perra no estaba realmente abandonada: pertenecía a un pastor de la zona. Era una perra independiente, acostumbrada a moverse libremente por los alrededores. El hombre le había preparado un lugar seguro para parir, pero ella decidió tener a sus cachorros bajo un barracón, sin que nadie lo supiera.

Hablamos con el pastor y acordamos dejar a los pequeños con su madre el tiempo necesario para un destete adecuado, evitando así separaciones prematuras. Durante tres semanas, los bebés crecieron fuertes y curiosos, pero empezaban a aventurarse demasiado, y el riesgo de que alguno se perdiera aumentaba cada día.

El pastor consiguió familias para algunos de ellos, y nosotros acogimos a cuatro: Brandy, Malibú, Ginebra y Merlot. Cuatro pequeñas vidas que tuvieron la suerte de ser descubiertas a tiempo, de crecer junto a su madre y de encontrar una nueva oportunidad. Hoy están completamente sanos y listos para conocer a las familias que cambiarán su historia para siempre.